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Los beneficios del ejercicio físico como parte de una vida saludable son de sobra conocidos. Todos sabemos cómo puede repercutir a nivel cardiovascular, para estilizar la figura o para liberar estrés… Pero existe un área anatómica, aún no bien conocida por muchos, que sufre especialmente con la actividad física tipo carrera o salto: el suelo pélvico.

 

“Desde que la evolución determinó que caminaríamos erguidos”, explica la Dra. Gema García Gálvez, especialista de la Unidad del Suelo Pélvico el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid,” toda la presión abdominal que ejercemos recae sobre un plano muscular que cierra la cavidad inferior de la pelvis y que, además, es el sostén de órganos tan importantes como la vejiga, el órgano reproductor y el recto. De este modo, cuando resulta dañada tiene consecuencias que van desde la desagradable incontinencia urinaria al prolapso genital en mujeres”.

 

En el primer puesto de la lista de deportes altamente lesivos del suelo pélvico estarían el atletismo, la gimnasia deportiva, el baloncesto, el voleibol, el balonmano, el fitness o la equitación. Correr, esquiar, patinar, pero también jugar al tenis o al pádel, también pueden considerarse deportes de riesgo, pero en menor medida que los anteriores. En el lado opuesto, el remo, el ciclismo, la natación y el golf podrían denominarse deportes seguros para el suelo pélvico.

 

En concreto, el tenis y el pádel precisan carrera y salto que se asocian a una contracción repetida del abdomen y la consecuente hiperpresión y daño del suelo pélvico.

 

“Muchas tenistas”, subraya la especialista, “que además han sido madres, sabrán de lo que hablo, porque al impacto físico se le suma el daño del embarazo y parto vaginal, factor de riesgo para presentar los temidos escapes de orina”.

 

Por lo tanto, todo deportista debe tener esto en cuenta y contrarrestar este daño con un fortalecimiento de la musculatura del suelo pélvico realizando los conocidos ejercicios de Kegel: unas 10 contracciones rápidas y 10 lentas de 3 a 5 veces/día, sin ayudarse de otros músculos (rectos abdominales, glúteos, aductores). “Para saber si la contracción se está realizando correctamente, podemos introducir en el caso de mujeres 1-2 dedos en vagina, en posición sentada, comprobando el aumento del tono en torno a los dedos, a la vez que colocamos la otra mano en abdomen para confirmar que no está contraído”.

 

En definitiva, no subestiméis este daño crónico y repetido que el deporte genera en el suelo pélvico, ya que hasta una de cada cinco mujeres se ven obligadas a dejar el ejercicio físico por incontinencia urinaria.

¡Tonifica y consulta al especialista!

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