Sólo fue el preludio de lo que vendría unas semanas después en París. Una vez más, Munar ganó tres partidos en la fase de clasificación de un Grand Slam para poder jugar el cuadro final de Roland Garros. Pero en esta ocasión no se quedó ahí. La Pista 14 del complejo francés fue testigo, probablemente, del punto de inflexión de la temporada del mallorquín. Con David Ferrer al otro lado de la red, con dos sets a cero en contra, fue capaz de darle la vuelta al partido y estrenarse en un torneo de esta categoría por 3-6, 3-6, 7-6(3), 7-6(4), 7-5 en cuatro horas y 15 minutos.
“En Roland Garros creo que es donde llegó el gran cambio”, asegura sobre aquella emotiva victoria ante uno de sus ídolos de infancia. “Salí de un partido casi perdido, pero me di cuenta de que ya mi manera de jugar y de afrontar los momentos difíciles era muchísimo mejor. Estaba muchísimo más libre de nervios y tensión. En eso tiene parte de culpa mi equipo, que me ha ayudado muchísimo”, continúa explicando sobre el día en el que entendió que no hay nada imposible. La Suzanne-Lenglen y Novak Djokovic le enseñaron en segunda ronda que el camino marcado era el correcto.
De París viajó a Prostejov (República Checa) para estrenar su vitrina en 2018 con su segundo trofeo ATP Challenger Tour. Una semana más tarde en Caltanissetta (Italia) repitió corona y, lo más importante, el premio de abrirse hueco entre los cien mejores jugadores del mundo. “Todo se reduce al trabajo que he hecho con mi equipo y a mentalizarme de que podía estar aquí. He trabajado duro dando el máximo y al final los resultados han acabado llegando y estoy muy orgulloso de haber llegado aquí. Pero el camino sigue. Es un paso grande, pero tengo que seguir creciendo”, expresaba con madurez tras adentrarse en el Top 100.
De nuevo la gira de tierra en verano por los torneos de Gstaad y Kitzbühel le dejó grandes sensaciones. No obstante, en el torneo austriaco pisó las semifinales de un torneo ATP World Tour por primera vez en su carrera. Una nueva barrera superada. Y así se presentó en el US Open, ya con ranking suficiente para evitar la fase de clasificación. “Estoy disfrutando de Nueva York y poder jugar mi primer Grand Slam sin jugar la fase previa será un recuerdo que siempre tendré en la memoria”, señalaba entonces antes de derrotar a Ruben Bemelmans en su estreno en Flushing Meadows.
Pero aún habría tiempo para celebrar un nuevo éxito. El enorme trabajo durante la temporada le concedió un billete para estar entre los ocho mejores jugadores sub 21 del mundo en Milán en las Next Gen ATP Finals. “Sin duda, para mí esto un premio. Primero porque a principio de año realmente no era un objetivo. Mi objetivo principal era entrar en el top 100. Creo que ha sido un año muy positivo porque me coloqué cerca de mi objetivo muy pronto con lo cual sí que después jugar en Milán se convirtió en un objetivo principal y lo he conseguido”, valora sobre el balance de un 2018 sobresaliente en el que ha terminado ubicado en el puesto 75 del ránking ATP.
Un año en el que partió desde Mallorca para aterrizar en Milán confirmado como una de las grandes joyas de futuro.
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