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Jaume Munar completó la mejor temporada de su carrera como No. 75 del mundo

 

Hay decisiones que pueden cambiar una vida. Hace algo más de un año, en el verano de 2017, Jaume Munar adoptó una valiente medida y el tiempo acabó confirmando que no se había equivocado. Después de una etapa lejos de su isla, regresó a Mallorca para trabajar a las órdenes del equipo de la Rafa Nadal Academy by Movistar. Los resultados no tardaron en llegar: su primer título Challenger en El Espinar sólo fue el preámbulo de una lista de éxitos que han permitido al de Santanyí asaltar esta temporada el Top 100 y clasificarse entre los ocho mejores sub 21 en las Next Gen ATP Finals de Milán.

 

“Personalmente fue muy importante para mí ganar el torneo del Espinar (2017) porque acababa de hacer un cambio muy importante en mi vida personal, mudándome de Barcelona a Mallorca para formar parte de la Rafa Nadal Academy by Movistar”, reconoce con la perspectiva del tiempo. “Estar cerca de mi familia era una de las cosas que más me motivaba e indirectamente me ha ayudado muchísimo a nivel profesional estar cerca de ellos. En la Academia estoy muy a gusto, he congeniado muy bien con todo el mundo, tanto con los que trabajan siempre conmigo en pista como son Pedro Clar y Tomeu Salvá, como el preparador físico de la Academia Domingo Roselló. Estar tan a gusto en el área donde trabajo ayuda mucho a mejorar, es fantástico”.

 

Munar ha ido quemando etapas a toda velocidad durante este curso. Desde enero, asentado entre los 200 mejores jugadores del mundo, fue atisbando que esta podía ser una temporada especial dibujando una trayectoria ascendente que lo ha impulsado hasta la posición más alta de su carrera en el Ranking ATP como No. 75. Ya en el Abierto de Australia superó la fase previa de un Grand Slam por primera vez para jugar en la ronda inaugural frente a Gael Monfils. Pero fue la gira de tierra la que trajo su mejor versión. En el Barcelona Open Banc Sabadell firmó su victoria más importante hasta entonces frente al portugués Joao Sousa, la primera en un torneo de categoría ATP World Tour 500.


Sólo fue el preludio de lo que vendría unas semanas después en París. Una vez más, Munar ganó tres partidos en la fase de clasificación de un Grand Slam para poder jugar el cuadro final de Roland Garros. Pero en esta ocasión no se quedó ahí. La Pista 14 del complejo francés fue testigo, probablemente, del punto de inflexión de la temporada del mallorquín. Con David Ferrer al otro lado de la red, con dos sets a cero en contra, fue capaz de darle la vuelta al partido y estrenarse en un torneo de esta categoría por 3-6, 3-6, 7-6(3), 7-6(4), 7-5 en cuatro horas y 15 minutos.

 

“En Roland Garros creo que es donde llegó el gran cambio”, asegura sobre aquella emotiva victoria ante uno de sus ídolos de infancia. “Salí de un partido casi perdido, pero me di cuenta de que ya mi manera de jugar y de afrontar los momentos difíciles era muchísimo mejor. Estaba muchísimo más libre de nervios y tensión. En eso tiene parte de culpa mi equipo, que me ha ayudado muchísimo”, continúa explicando sobre el día en el que entendió que no hay nada imposible. La Suzanne-Lenglen y Novak Djokovic le enseñaron en segunda ronda que el camino marcado era el correcto.

 

De París viajó a Prostejov (República Checa) para estrenar su vitrina en 2018 con su segundo trofeo ATP Challenger Tour. Una semana más tarde en Caltanissetta (Italia) repitió corona y, lo más importante, el premio de abrirse hueco entre los cien mejores jugadores del mundo. “Todo se reduce al trabajo que he hecho con mi equipo y a mentalizarme de que podía estar aquí. He trabajado duro dando el máximo y al final los resultados han acabado llegando y estoy muy orgulloso de haber llegado aquí. Pero el camino sigue. Es un paso grande, pero tengo que seguir creciendo”, expresaba con madurez tras adentrarse en el Top 100.

 

De nuevo la gira de tierra en verano por los torneos de Gstaad y Kitzbühel le dejó grandes sensaciones. No obstante, en el torneo austriaco pisó las semifinales de un torneo ATP World Tour por primera vez en su carrera. Una nueva barrera superada. Y así se presentó en el US Open, ya con ranking suficiente para evitar la fase de clasificación. “Estoy disfrutando de Nueva York y poder jugar mi primer Grand Slam sin jugar la fase previa será un recuerdo que siempre tendré en la memoria”, señalaba entonces antes de derrotar a Ruben Bemelmans en su estreno en Flushing Meadows.

 

Pero aún habría tiempo para celebrar un nuevo éxito. El enorme trabajo durante la temporada le concedió un billete para estar entre los ocho mejores jugadores sub 21 del mundo en Milán en las Next Gen ATP Finals. “Sin duda, para mí esto un premio. Primero porque a principio de año realmente no era un objetivo. Mi objetivo principal era entrar en el top 100. Creo que ha sido un año muy positivo porque me coloqué cerca de mi objetivo muy pronto con lo cual sí que después jugar en Milán se convirtió en un objetivo principal y lo he conseguido”, valora sobre el balance de un 2018 sobresaliente en el que ha terminado ubicado en el puesto 75 del ránking ATP.

Un año en el que partió desde Mallorca para aterrizar en Milán confirmado como una de las grandes joyas de futuro.

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